Nuestra piel es nuestra carta de presentación. Antes de pronunciar o decir cualquier palabra, nuestra piel ya ha dicho un montón de cosas: de dónde venimos, cuántos años tenemos y qué tan responsables hemos sido con su cuidado. Y sí, aceptémoslo, hay gente que nace con suerte, hay quienes pueden comer tres hamburguesas seguidas sin engordar, dormir solo 5 horas al día y levantarse como si nada, siendo un ser de luz, o personas que simplemente tienen una piel envidiable que los hace parecer en una eterna primavera. Pues bien, hay otras personas que no, simples, mortales y gente de a pie, que después de una noche de trasnocho, cargan con unas ojeras dignas de cualquier película de resurrección de los muertos.
Y es que está claro: la piel nos delata. Por eso hay que cuidarla y ser conscientes de que, para bien o para mal, es el órgano más extenso de nuestro cuerpo. Nos cubre, nos protege y también nos pasa factura. Los excesos y la falta de cuidado van sumando, hasta que en el momento menos pensando, explotan con 10 o 15 años de más, manchas en la cara o cáncer de piel.
Para ser sinceros, poco o nada sabemos sobre su cuidado. Nos enseñaron que debemos cepillarnos tres veces al día si queremos evitar las caries, que el exceso de grasas era malo para el colesterol y que el ejercicio era fundamental para llevar un estilo de vida saludable que nos permita llegar en buenas condiciones a la vejez. Pero de la piel nadie nos dijo nada. O quizás sí, la típica frase de “échese bloqueador” aparece como un mantra cada vez que vamos a piscina o estamos en el mar, y si falla la voz de alguna madre o tía nos lo recuerda al instante.
El problema es que esto no es suficiente. No basta con aplicarnos protector solar cuando estamos en la playa, o una que otra cremita que compramos en la tienda de la esquina y que solo sirve para que la piel huela a perfume después del baño. No, aquí la cosa es seria y cuidar la piel de una manera adecuada puede marcar la diferencia entre vivir 20 años más y disfrutar de una buena calidad de vida.
Por nuestras condiciones de vida, la industria de alimentos, el estrés, la contaminación y sobre todo las pantallas y la tecnología, el cuidado de la piel dejó de ser una cuestión de vanidad, para convertirse en un asunto vital. Por ejemplo, mientras lees este artículo, es probable que los rayos gama de la pantalla de tu teléfono o computador te estén provocando manchas en la piel, como melasmas y léntigos solares, que aparecerán después de un año. Así es, estar en Instagram no es tan cool. Ahora, además de preocuparnos por cuidar nuestra salud mental, también debemos pensar en el cuidado de la piel.
Según algunos estudios, tres de cada diez pacientes que consultan a un especialista en dermatología, presentan manchas en la piel por la continua exposición a la luz gama de los monitores, la cual aunque no es tan agresiva como los rayos ultravioleta, la constante exposición a ella contribuye a pigmentar de igual forma la piel.
Aquello de que a la gente de piel oscura no le da manchas en la piel no es más que un mito que debemos archivar. En Latinoamérica, donde gran parte de la población tiene rasgos afrodescendientes o indígenas, encontramos al mayor número de personas propensas a este tipo de manchas.
Las manchas aparecen si la presencia ante la computadora es de más de seis horas diarias y, sobre todo, si no se usa un protector solar adecuado. Así es ¡que se activen todas las voces internas de nuestras madres, tías o abuelas cuando íbamos a piscina!, porque cuando estamos en casa también debemos usar protector solar.
Aunque parezca una medida exagerada, no lo es. Está confirmado que la luz que emiten las pantallas produce una radiación térmica que altera las células de la piel, como los melanocitos que son los productores de las manchas conocidas como melasma. Por supuesto, los lugares de mayor exposición suelen ser las oficinas, afectando a hombres y mujeres por igual.
Según datos de Data Reportal, a nivel mundial, las personas pasan a diario 6 horas y 57 minutos de media frente a una pantalla por actividades relacionadas con Internet, siendo Latinoamérica el continente con mayor hábito de consumo. El mayor tiempo de pantalla en computadores es el de los sudafricanos, que pasan una media de 5 horas y 37 minutos cada día. Esto es más de media hora más que los segundos mayores consumidores de tiempo de pantalla: Brasil y Colombia, con un promedio de 4 horas y 54 minutos diarios pegados al ordenador.
De acuerdo con los datos arrojados por el estudio de Branch, basado en Digital 2022 Global Overview Report, los usuarios en Colombia pasan alrededor de 10 horas diarias consumiendo internet. Según MinTIC, si bien los jóvenes representan la población que más consume internet (84,1%), la población que presenta un mayor consumo de pantallas en términos de edad, está entre los 24 y 54 años.
Cabe anotar que nos estamos olvidando de algo importante, además del tiempo de exposición a las pantallas de los computadores, debemos sumar todo el tiempo que estamos expuestos a luces flourescentes, televisiones y otras pantallas que tienden a agravar la aparición de manchas en la piel, especialmente cuando existen factores de predisposición.
En medio de todo aún hay buenas noticias y no todo está perdido. Además de usar protectores solares para cada tipo de piel, idealmente con factor 20 o 30 cada seis horas, los especialistas recomiendan descansar y parar la exposición a las pantallas cada hora durante cinco minutos, ingerir antioxidantes o elementos que los contengan, tomar grandes cantidades de agua al día y aplicarse hidratante facial.
Todo depende del cuidado diario y de la conciencia que pongamos en ello. En realidad son hábitos sencillos que pueden integrarse fácilmente a una rutina convencional. Por ejemplo, las personas que usan maquillaje y están expuestas de manera permanente a luces fluorescentes o de pantallas, pueden aplicarse protector solar antes de ir a trabajar, y si es de un factor apropiado será suficiente para la jornada laboral, además, el maquillaje actuará como una barrera que ayudará a evitar los efectos de los rayos de la pantalla.
Se trata de cuidarnos ahora para vivir bien después. Es una carrera de fondo y a largo plazo, de la que nos sentiremos orgullosos cuando en un tiempo nuestra piel siga sana y llena de vitalidad para acompañarnos a disfrutar de lo que más nos gusta.